La historia de la Educación Especial, sigue marcando sus pasos desde la prehistoria hasta la actualidad, pasando por la discriminación, repulsión, exclusión, integración e inclusión, términos en los que se desencadenan hechos históricos, por ejemplo, en el marco jurídico como el derecho a la educación que se origina en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 26.

 “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”

“Para la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana, el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favoreciendo la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones, todos los grupos étnicos o religiosos, y promoviendo el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Esto nos hace pensar si realmente se puede hablar de derechos, de educación, de garantías para las personas con discapacidad.

Por consiguiente, los Estados tienen la obligación de respetar, proteger y cumplir el derecho de todos los alumnos a la educación (UNESCO, 2014).

La comunidad educativa mundial ha adoptado el Marco de Acción Educación 2030 para avanzar hacia el ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y sus metas. El Marco destaca la necesidad de abordar todas las formas de exclusión y marginación. Concretamente, insta a abordar las desigualdades relacionadas con el acceso, la participación, los procesos y los resultados del aprendizaje, prestando especial atención a la igualdad de género. Incluye esfuerzos para permitir que los sistemas educativos estén al servicio de todos los estudiantes, con foco en los que tradicionalmente han sido excluidos de las oportunidades educativas. Entre los estudiantes excluidos figuran los de hogares más pobres, minorías étnicas y lingüísticas, pueblos indígenas y las personas con necesidades especiales y discapacidades.

La formulación de políticas inclusivas y equitativas exige que se reconozca que las dificultades que enfrentan los estudiantes surgen de aspectos del propio sistema educativo, lo que incluye la forma en que están organizados los sistemas educativos en la actualidad, las formas de enseñanza que se prestan, el entorno de aprendizaje y las formas en que se apoya y evalúa el progreso de los alumnos. Aún más importante es traducir este reconocimiento en reformas concretas, visualizando las diferencias individuales no como problemas que haya que solucionar, sino como oportunidades para democratizar y enriquecer el aprendizaje. Las diferencias pueden actuar como un catalizador para la innovación que puede beneficiar a todos los y las estudiantes, independientemente de sus características personales y sus circunstancias en el hogar.

Te invito a reflexionar, como persona que has escogido formarte en esta profesión, sobre lo “especial” que debe ser el educador que desarrolla su acción docente dentro de esta modalidad y las condiciones personales, físicas, afectivas, intelectuales y éticas que requiere para emprender el reto que ello supone. Nuestra intención es facilitar este proceso brindando al alumno una formación efectiva, acompañando su proceso de desarrollo profesional esperando que cada uno aporte los elementos más positivos de su personalidad, Tú debes ser Especial.